Lakers a 10.000M: Raíces que perduran

Los números no mienten

En 1979, Jerry Buss compró los Lakers por 67,5 millones de dólares. Hoy, su valor asciende a 10.000 millones: 46 años después, la familia aún posee más del 15%. No es solo éxito económico; es patrimonio cultural.

El acuerdo con Mark Walter no trata solo de dinero, sino de redefinir el valor global de los clubes deportivos.

Y sí: más del triple que el valor actual de los Dallas Cowboys en la NFL.

¿Por qué mantener el 15%?

Soy claro: la mayoría de propietarios se habrían ido tras tal fortuna. Pero no los Busses.

Mantienen su participación no por rebeldía, sino por estrategia y sentimiento.

Garantizan continuidad en la dirección. Aseguran que, incluso con capital masivo entrando al deporte, haya una raíz histórica firme.

Lo vi creciendo en Chicago: mis padres decían siempre, “Una marca sin memoria es solo otro producto”. Eso también aplica aquí.

El precio del legado frente al beneficio

Este trato fija un nuevo estándar —no solo para equipos de la NBA, sino para todos los clubes globales. Si puedes vender tu club por 10.000 millones… ¿qué significa eso para todos los demás?

Las franquicias de la NFL ya sienten presión. Equipos como Liverpool o Real Madrid ahora enfrentan expectativas más altas ante inversores que ven el baloncesto como prueba de escalabilidad.

Pero aquí me detengo: el beneficio no equivale al propósito.

Cuando Shams anunció que Jeanie Buss seguirá siendo propietaria, sentí algo cambiar —no emoción, sino alivio. La esencia de una organización no debe subastarse junto con su logo.

Datos y sueños: mi análisis como analista y aficionado

Estoy entrenado para calcular números —retornos sobre contratos o ingresos por entradas— pero ni siquiera yo puedo ignorar la emoción cuando hablo de instituciones como los Lakers.

La transición no es evolución tecnológica limpia; es herencia cultural envuelta en hojas de cálculo. Pasamos del modelo “familiar” al “familiarmente influyente”, lo cual puede parecer sutil… pero importa profundamente cuando se trata de legados construidos durante décadas sobre lealtad y fe.

Sí, el capital fluye más rápido que nunca hacia la propiedad deportiva —especialmente entre multimillonarios buscando activos prestigiosos— pero algunas cosas resisten la mercantilización: el latido emocional de una ciudad, el confianza del aficionado, el sueño del atleta bajo las luces moradas y doradas del Crypto.com Arena. Esto no son KPIs; son recuerdos forjados generación tras generación. Pero mientras otros preguntan “¿cuál será el retorno?”, quizás la verdadera pregunta sea: ¿qué perdemos si nos desprendemos demasiado pronto?

PD: Si creías que solo los inversores se preocupan por valores… observa cómo reaccionaron los fans cuando Jeanie quedó al mando. Ese momento silencioso dijo todo.